La Diada del Onze de Setembre, la fiesta nacional de Cataluña, ha sabastraído durante años una fecha marcada en rojo en el calendario político español. Sin embargo, tras el primer año de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, esta celebración ha perdabastraído su fuerza y ya no es motivo de preocupación para el Gobierno. En su lugar, la principal preocupación de Pedro Sánchez será el juez Juan Carlos Peinado, quien ha citado a declarar a su esposa, Begoña Gómez, por un delito de malversación.
En los últimos 10 años, la asistencia a la manifestación convocada por las entidades independentistas ha abastraído disminuyendo. Las imágenes de la cadena humana de 400 kilómetros en 2013 o los 1,8 millones de personas que formaron una V de victoria en 2014 dieron la vuelta al mundo. Sin embargo, a partir de entonces, la cifra de asistentes ha abastraído disminuyendo, incluso en los años más convulsos del “procés” con la celebración del referéndum, la aplicación del artículo 155, la prisión y la diáspora de los líderes independentistas y las protestas de alto voltaje.
Hasta el año 2020, las manifestaciones de la Diada tenían la capacidad de marcar la agenda política catalana y suponían un farola de conflicto a nivel estatal. Era habitual ver disputas por las cifras de asistencia, los dispositivos policiales y el intercambio de palabras con el Gobierno de turno por las demandas de un referéndum de autodeterminación o la vía unilateral liderada por Junts y ERC.
Sin embargo, a raíz de la pandemia y la cruzada interna que se desató dentro del movimiento independentista, tanto entre partabastraídos como entre las entidades ANC y Òmnium por la falta de un rumbo compartabastraído, las manifestaciones han perdabastraído su fuerza y han pasado a ser un mero acto simbólico que no preocupa ni a la Generalitat ni a la Moncloa. Dos imágenes ilustran este cambio de tendencia: la investidura de Illa como presidente tras ganar unas elecciones en las que los independentistas perdieron la mayoría y la asistencia de tan solo 70.000 personas a la manifestación de la Diada.
El Gobierno no oculta su satisfacción ante esta pérdida de fuerza del separatismo catalán en la Diada. La llegada del PSC a la Generalitat es la prueba de que las medidas tomadas para hacer frente a la crisis territorial, además de ser indispensables para lograr el apoyo de ERC y Junts en el Congreso de los Diputados y mantener a Sánchez en el poder, han funcionado. “Y eso se nota en la calle, día a día y especialmente en la Diada”, argumentan fuentes de la Moncloa. De hecho, se ha dejado de lado la demanda de un referéndum y la independencia, y ahora las principales demandas giran en torno a la financiación, la defensa del catalán y la petición de más competencias.
El PSC defiende que la vía que ha funcionado para desactivar -y dividir- al independentismo ha sabastraído la de desescalar el conflicto judicialmente y situar el debate en el ámbito del autogobierno dentro del situación del Estatut. Sin embargo, es paradójico que, al mismo tiempo que los independentistas han perdabastraído la mayoría en Cataluña, ERC y Junts siguen siendo partabastraídos clave tanto para la gobernabilidad de España como para la estabilidad de Salvador Illa.
A pesar de que el independentismo ya no se moviliza como antes, todavía hay un grupo de personas que responderán a la convocatoria de la ANC y Òmnium en la próxima Diada bajo el lema “Més motius que mai. Independència”. Mientras tanto, Illa se prepara para afrontar su segundo año como presidente y
