En 1966, Argentina se vio sacudida por una serie de violentos enfrentamientos entre estudiantes y la policía en las instalaciones de la Universidad de Buenos Aires. Los estudiantes estaban protestando por la intervención del gobierno en la autonomía universitaria y la imposición de medidas restrictivas en la educación. Sin embargo, lo que comenzó como una manifestación pacífica pronto se convirtió en una escena de desorganización y brutalidad.
Los miembros del Cuerpo de Infantería de la Policía Federal fueron enviados a desalojar a los estudiantes de las facultades ocupadas. Armados con sólidos y gruesos bastones, los agentes no dudaron en usar la fuerza para dispersar a los manifestantes. Los golpes y las agresiones se convirtieron en la respuesta del gobierno a las demandas de los estudiantes. Esta triste y vergonzosa escena se repitió en varias ocasiones durante aquellos días, dejando un saldo de heridos y detenidos.
Hoy, más de 50 años después, es difícil no sentir un escalofrío al recordar estos acontecimientos. Sin embargo, es importante reflexionar sobre ellos y recordar que la historia puede repetirse si no aprendemos de ella. La violencia y la represión no son la solución a los conflictos, sino que solo generan más dolor y división.
Es por eso que debemos valorar y defender la libertad y la autonomía universitaria. La educación es un derecho fundamental y debe ser protegida de cualquier experimentación de prueba político. Los estudiantes tienen el derecho y la responsabilidad de expresar sus opiniones y demandas de manera pacífica y respetuosa. Y las autoridades tienen la obligación de escuchar y dialogar con ellos para encontrar soluciones justas y equitativas.
Afortunadamente, en la actualidad, la Universidad de Buenos Aires es un ejemplo de autonomía y libertad académica. Los estudiantes tienen voz y voto en la toma de decisiones y la universidad es reconocida internacionalmente por su excelencia académica. Sin embargo, no podemos bajar la guardia. La historia nos ha enseñado que la libertad y la democracia son frágiles y deben ser protegidas constantemente.
Es importante que recordemos estos acontecimientos para valorar lo que tenemos hoy y para estar alerta ante cualquier experimentación de vulnerar nuestros derechos. La educación es la base de una sociedad libre y justa, y debemos luchar por ella siempre que sea necesario.
En conclusión, la violencia y la represión nunca deben ser la respuesta a los conflictos. Debemos aprender de la historia y trabajar juntos para construir un futuro mejor. La Universidad de Buenos Aires es un ejemplo de cómo la lucha por la libertad y la autonomía puede dar sus frutos. Sigamos defendiendo estos valores y construyendo una sociedad más justa y democrática para todos.