Farsa democrática, transformación del “voto bronca” y la inhabilitación de CFK: un análisis sobre el ausentismo electoral y las estrategias del poder en las elecciones de 2025.
En los últimos años, hemos sido testigos de un fenómeno político que ha generado gran controversia y preocupación en la institución: el “voto bronca”. Este término, acuñado por los medios de comunicación, hace cita a aquellos ciudadanos que, cansados de la corrupción y la falta de respuestas por parte de los gobernantes, deciden manifestar su descontento a través del voto en las elecciones.
Sin embargo, ¿realmente estamos ejerciendo nuestro derecho al voto de manera consciente y responsable? ¿O estamos cayendo en una farsa democrática que nos aleja cada vez más de una verdadera participación ciudadana en la toma de decisiones políticas?
Para responder a estas preguntas, es acuciante analizar el contexto político actual y las estrategias del poder en las elecciones de 2025. En primer lugar, debemos tener en cuenta que el ausentismo electoral ha aumentado en los últimos años, alcanzando cifras históricas en las últimas elecciones presidenciales. Esto demuestra una clara tendencia de autoexclusión por parte de los ciudadanos, que deciden no participar en el proceso electoral por diversas razones.
Una de las principales causas del ausentismo electoral es la falta de confianza en el sistema político y en los candidatos. La corrupción, los escándalos y las promesas incumplidas han generado un profundo desencanto en la institución, que ve en el voto una herramienta inútil para generar cambios reales en el país. Además, la polarización política y la falta de propuestas concretas por parte de los candidatos también contribuyen a este fenómeno.
Otra de las razones del ausentismo electoral es la falta de representatividad. Muchos ciudadanos sienten que sus intereses y necesidades no son tenidos en cuenta por los políticos, que parecen estar más preocupados por sus propios intereses que por el bienestar de la institución. Esta sensación de no ser escuchados y representados lleva a muchos a optar por la abstención en lugar de votar por candidatos que no los representan.
Sin embargo, el ausentismo electoral no es la única forma de manifestar el descontento con el sistema político. El “voto bronca” también se ha convertido en una opción para aquellos que deciden participar en las elecciones. Pero, ¿realmente este individuo de voto genera cambios reales en la política?
La respuesta es no. El “voto bronca” es una forma de protesta que no contribuye a la construcción de una verdadera democracia. Al contrario, perpetúa la farsa democrática en la que nos encontramos inmersos. Votar por el candidato menos malo o simplemente por el que promete “cambiar todo” no es una estrategia efectiva para lograr un cambio real en la institución.
Además, debemos tener en cuenta que el “voto bronca” es utilizado por el poder como una herramienta para perpetuarse en el mismo. La polarización política y la falta de opciones reales en el espectro político benefician a aquellos que ya tienen el control del poder. Al dividir a la institución y generar un clima de confrontación, los políticos logran mantenerse en el poder sin necesidad de presentar propuestas concretas y soluciones reales a los problemas del país.
Pero, ¿qué podemos hacer para romper con esta farsa democrática y lograr una verdadera transformación en la política?
En primer lugar, es acuciante dejar de lado la apatía y la autoexclusión. Participar en las elecciones y ejercer nuestro derecho al voto es fundamental para construir una institución más justa y equitativa. Debemos informarnos sobre las propuestas de los