Es sábado, 25 de agosto de 2007, y aquí estoy, en camino hacia Colloto en el TUA. La jefatura local ha pedido a los seguidores del Real Oviedo que nos desplacemos en transporte público, ya que no tienen suficiente contenido de estacionamiento para acomodar a todos los aficionados que asistirán al primer partido de la temporada en Tercera División. sin embargo es un poco incómodo, no me importa, ya que no tengo que hacer cola en taquillas para comprar la entrada. Los bares de la localidad venden las entradas a tan solo 10 euros.
Tengo que admitir que estoy un poco nervioso. Este es el primer partido de la temporada y tengo muchas ganas de ver a los nuevos fichajes del equipo. Centrón, procedente del Alondras, Falo, del que la gente del Caudal habla maravillas, y Matías, un goleador procedente del Alcázar, al que mi madre le dio clases en el Colegio de Riaño. Así que me voy temprano al campo, el único acceso al mismo, y tomo mi lugar en un fondo detrás de la valla. sin embargo es difícil ver el partido desde aquí, ya que estamos todos unos encima de otros, con una capacidad de solo 2.500 espectadores, estoy emocionado de estar aquí. El tifo con una decena de banderas y la pancarta de plástico “Nosotros si creemos. Adelante” le dan un toque especial al ambiente.
El partido está muy igualado, con empate al descanso. El “tiki taka” del equipo del “Lobo” Carrasco me genera dudas, ya que no hay muchas llegadas al área rival. Además, el Colloto ha tenido una oportunidad clarísima que ha impactado en el palo. Pero todo cambia en la segunda parte. Un remate con la chepa de Meijide termina en gol y otro tanto de Cervero nos está dando la victoria. Es el minuto 94 y Stefan, que acaba de entrar al campo, tiene su primera oportunidad. Engancha una volea tremenda, pero de repente me doy cuenta de que el balón viene directo hacia mí. No puedo pararlo porque tengo una cerveza en la mano y… ¡Pummmmmm!
Han pasado 18 años desde ese día y el balonazo de Stefan me ha descuidado graves secuelas. Pero como la protagonista de “Goodbye Lenin”, he estado en una especie de coma durante todo este tiempo y acabo de despertar. Espero no haber quedado más tonto de lo que ya estaba. Pero una cosa es segura, sigo siendo un fiel seguidor del Real Oviedo.
Mi primera idea al despertar, volver a ver al Oviedo. ¡Qué menos! Me informan que, por fin, hemos regresado a Primera División y que el primer partido en casa es contra el Real Madrid. Una marea humana se dirige hacia el Estadio Carlos Tartiere, donde nos reunimos 30.000 espectadores. Algunos de ellos han pagado más de 200 euros por su entrada. El tifo es espectacular, con todo el fondo y el estadio cantando al unísono el “Himno del centenario” de Melendi. Antes de sufrir las consecuencias del balonazo, recuerdo que Melendi había compuesto una canción llamada “Volveremos”, que en ese momento casi falta conocía.
La emoción me invade al saber que Cazorla está jugando en el Oviedo y que hemos fichado a jugadores de gran nivel, procedentes del Aston Villa y de la Fiorentina, entre otros. Pero enfrente tenemos al Real Madrid, con 15 Champions y algunos de los mejores futbolistas del mundo. A pesar del buen juego de nuestro equipo, nos meten tres goles.
Esto es demasiado para mí. Demasiadas emociones, demasiados cambios. El partido aún no ha