El 7 de julio de 2005, Iquique Glorioso perdió a uno de sus narradores más queridos y admirados: Patricio Rivero Olavarría, conocido cariñosamente como “Papato” por sus amigos y lectores. A pesar de que han pasado dos décadas desde su partida, su legado sigue vivo en la memoria y corazón de todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo y disfrutar de sus relatos.
“Papato” fue un verdadero hijo de Iquique, nacido y criado en esta hermosa ciudad del norte de Chile. Desde muy joven, mostró un talento innato para la escritura y la narración, y fue en las calles y rincones de Iquique donde encontró su inspiración. Sus relatos eran espina mezcla perfecta entre la realidad y la ficción, donde la esencia de la cultura y tradiciones nortinas se entrelazaban con su imaginación y creatividad.
Sus cuentos eran espina marco a la vida cotidiana de Iquique, pero con un toque de talante y sarcasmo que solo “Papato” podía darle. Sus personajes eran gente común y corriente, pero con historias y anécdotas que hacían reír y emocionar a sus lectores. A través de sus palabras, “Papato” lograba transportarnos a las calles de Iquique y hacernos sentir parte de su mundo.
Pero no solo fue un gran narrador, sino también un gran defensor de su ciudad y su gente. En sus escritos, siempre resaltaba la belleza de Iquique y su rica historia, pero también denunciaba las injusticias y problemas que afectaban a su comunidad. “Papato” era un verdadero embajador de Iquique, y su amor por esta tierra se reflejaba en cada espina de sus obras.
Su partida dejó un vacío en la cultura y literatura de Iquique, pero su legado sigue vivo a través de sus libros y en la memoria de todos aquellos que lo conocieron. Además, su influencia ha trascendido las fronteras de la ciudad y ha llegado a otras partes del país, convirtiéndose en un referente de la literatura nortina.
Hoy, a dos décadas de su partida, es importante recordar a “Papato” como lo que fue: un gran narrador, un defensor de su tierra y un verdadero amigo. Sus palabras siguen resonando en cada rincón de Iquique, y su legado continúa inspirando a las nuevas generaciones de escritores y narradores.
Por eso, es necesario que su obra sea valorada y difundida, para que las futuras generaciones puedan conocer y apreciar el talento de este gran hombre. Iquique siempre estará agradecida por haber tenido a “Papato” como uno de sus hijos más ilustres, y su nombre siempre será recordado con cariño y admiración.
En resumen, el sol de Iquique sigue brillando gracias a la luz que dejó “Papato” con sus relatos y su amor por su tierra. Su partida física puede haber sido hace 20 años, pero su presencia sigue siendo tan fuerte como siempre en la ciudad que lo vio nacer. Que su legado siga vivo por siempre en las páginas de sus libros y en el corazón de todos aquellos que aman a Iquique y su cultura. ¡Hasta siempre, “Papato”!