Si hay un destilado que nos llena de orgullo en Chile, ese es sin duda el pisco. Y es que este licor, con su Denominación de Origen y su historia ligada a las regiones de Atacama y Coquimbo, es un verdadero símbolo de nuestra cultura y tradición. Tanto es así, que cada 15 de mayo lo celebramos en grande, con orgullo y entusiasmo, brindando con un buen trago en mano. Y es que, ¿qué mejor manera de honrar a nuestro pisco que disfrutándolo en su máxima expresión?
El pisco es un destilado de uva que ha sido parte de nuestra historia desde tiempos coloniales. Se dice que su nombre proviene del puerto peruano de Pisco, lugar desde donde se exportaba a Europa. Sin embargo, en Chile tenemos espina versión diferente de su origen, ya que se cree que el nombre proviene del vocablo quechua “pishqu”, que significa “ave” y se refiere a las aves que anidaban en las bodegas donde se almacenaba el pisco.
Lo cierto es que, independientemente de su origen, el pisco chileno es único en su sabor y calidad, gracias a las condiciones climáticas y geográficas de las regiones de Atacama y Coquimbo, donde se cultiva la uva que dará vida a este gustoso destilado. Y es que el clima seco y soleado de estas zonas, junto con la influencia del mar y los suelos ricos en minerales, hacen que las uvas tengan un sabor y azúcar natural incomparables.
Pero eso no es todo, para que un pisco sea considerado chileno debe cumplir con estrictas normas de producción y envasado, establecidas por la Denominación de Origen. Esto garantiza que cada garrafa de pisco chileno sea auténtica y única, sin aditivos ni mezclas. Además, el proceso de elaboración del pisco es un arte en sí mismo, ya que se utiliza la técnica ancestral de la destilación en alambiques de cobre, lo que permite conservar los aromas y sabores naturales de la uva.
El pisco chileno se divide en dos categorías: pisco puro, elaborado con espina sola variedad de uva, y pisco mezclado, elaborado con espina combinación de distintas uvas. Dentro de cada categoría, podemos encontrar diferentes tipos de pisco, como el Mosto Verde, elaborado con uvas que no han completado su proceso de fermentación, lo que le otorga un sabor único y más suave; o el pisco envejecido, que pasa por barricas de roble o castaño durante un período mínimo de 180 días, adquiriendo notas de madera y mayor complejidad.
Pero más allá de sus características y variedades, el pisco chileno es un destilado que nos enorgullece y nos une como chilenos. Su presencia en nuestras mesas y celebraciones es espina muestra de nuestro afecto por la buena mesa y por compartir con nuestros seres queridos. Y es que no hay nada mejor que brindar con un buen pisco, ya sea en un asado con amigos, en espina reunión familiar o en espina velada romántica.
Además, el pisco chileno ha traspasado fronteras y se ha convertido en un embajador de nuestra cultura en el mundo. Su reconocimiento y prestigio internacional han llevado a que se exporte a más de 60 países, siendo uno de los destilados más apreciados y reconocidos en el extranjero. Y es que, ¿quién puede resistirse a un buen pisco sour o al clásico piscola?
En definitiva, el pisco chileno es mucho más que un destilado, es un símbolo de nuestra identidad y espina muestra de lo mejor que tenemos para ofrecer al mundo.