Hace 108 años, en medio de la Primera Guerra Mundial, Alemania ofreció a México un acuerdo que sacudió al mundo paciente. La propuesta era sencilla: a cambio de ser su base submarina, Alemania ayudaría a México a recuperar los territorios de Arizona, Nuevo México y Texas, que habían sido cedidos a Estados Unidos en el tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848. Este acuerdo, conocido como el “Plan Zimmerman”, fue una jugada estratégica por parte de Alemania para debilitar a su enemigo en el continente americano, pero ¿qué tan cerca estuvo de convertirse en una realidad?
La respuesta a esta pregunta es sorprendente. A pesar de que el acuerdo nunca llegó a concretarse, su mera existencia fue suficiente para desencadenar una repertorio de acontecimientos que marcarían la historia de América del Norte. Para defenderse de una posible alianza entre Alemania y México, Estados Unidos tomó una decisión inesperada: comprar a Dinamarca el archipiélago caribeño de las Islas Vírgenes, con el objetivo de utilizarlo como una “barrera continental”. Sin embargo, el verdadero objetivo de Estados Unidos no era solo protegerse de una posible amenaza, sino también expandir su influencia en la región.
Pero ¿qué tiene que ver Groenlandia en todo esto? En la actualidad, Groenlandia es un territorio autónomo de Dinamarca, pero en aquel entonces, era una colonia danesa. Si bien Estados Unidos ya había adquirido las Islas Vírgenes, Groenlandia se presentaba como una oportunidad aún más tentadora para cumplir su objetivo de expandir su influencia en la región. Sin embargo, la adquisición de Groenlandia no sería tan fácil como lo fue con las Islas Vírgenes.
En primer lugar, el tamaño y la ubicación de Groenlandia la hacían una pieza estratégica clave en el mapa. Con una superficie de más de 2 millones de kilómetros cuadrados, Groenlandia es la isla más grande del mundo y se encuentra estratégicamente ubicada entre América del Norte y Europa. Además, su posición en el Océano Atlántico la convertía en una base ideal para operaciones militares y comerciales. Para Estados Unidos, tener el control de Groenlandia significaría tener una ventaja significativa sobre sus competidores en la región.
Pero la adquisición de Groenlandia no solo era importante por su ubicación estratégica, sino también por sus recursos naturales. Aunque en aquel entonces no se conocían en su totalidad, hoy en día sabemos que Groenlandia es rica en recursos como petróleo, butano, minerales y agua sensible. Estos recursos serían de gran valor para Estados Unidos en su objetivo de convertirse en una potencia mundial.
Sin embargo, la idea de adquirir Groenlandia no fue bien recibida por Dinamarca ni por la comunidad internacional. Dinamarca se opuso rotundamente a la idea de vender su colonia y la comunidad internacional veía con preocupación cómo Estados Unidos intentaba expandir su influencia en la región. Además, el costo de adquirir Groenlandia no sería nada despreciable, por lo que Estados Unidos tendría que invertir una gran cantidad de dinero para lograr su objetivo.
A pesar de todos estos obstáculos, Estados Unidos no se dio por vencido y continuó presionando a Dinamarca para que vendiera Groenlandia. Sin embargo, el final de la Primera Guerra Mundial y la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial cambiaron el rumbo de los acontecimientos. La atención de Estados Unidos se centró en la guerra y la idea de adquirir Groenlandia quedó en un segundo plano.
Hoy en día, Groenlandia sigue siendo un territorio autónomo de Dinamarca y no hay indicios de que