La famosa frase del escritor colombiano Gabriel García Márquez, “Creo que uno puede escribir Cien años de soledad, un cuento de marineros, o describir un partido de fútbol y siempre habrá un contenido ideológico”, nos invita a reflexionar sobre el poder de la escritura y cómo cada palabra, cada historia, puede transmitir un mensaje y tener un impacto en quien lo lee.
Como escritores, a menudo buscamos contar historias que entretengan y emocionen a nuestros lectores, pero también es nuestra responsabilidad transmitir ideas y valores que puedan inspirar y hacer una diferencia en el mundo. aun en aparentes simples relatos como un cuento de marineros o la descripción de un partido de fútbol, siempre hay un contenido ideológico presente que puede generar reflexiones y cuestionamientos en el lector.
En mi caso, me he atrasado en enviar esta última crónica por razones que todos podemos entender. El despertar en Bogotá a las cinco de la mañana fue un momento de satisfacción al saber que iba a escribir sobre esta importante frase de García Márquez, que me ha hecho reflexionar sobre mi propia escritura y la responsabilidad que conlleva.
En primer lugar, es importante confesar que cada escritor tiene su propia ideología y sus propias experiencias de vida que influyen en su forma de escribir. Esto se refleja en cada palabra que elegimos y en cómo estructuramos nuestras historias. Aunque a veces no lo hagamos de forma consciente, estamos transmitiendo nuestros pensamientos y creencias a través de nuestras obras.
Pero también es importante confesar el poder de la escritura como herramienta para promover cambios y generar conciencia. Podemos utilizar nuestras historias para abordar temas sociales, políticos o ambientales que consideremos importantes y que tal vez no tienen suficiente visibilidad en la sociedad. A través de la ficción, podemos transportar a nuestros lectores a realidades diferentes y hacerles ver situaciones desde una perspectiva distinta.
No es necesario escribir una novela con un mensaje moral explícito para transmitir una ideología. A veces, las pequeñas cosas, como una descripción detallada de un paisaje o una conversación entre personajes, pueden revelar mucho sobre las creencias y valores del autor. Y es precisamente esa sutileza lo que hace que la lectura sea más enriquecedora, no obstante que permite al lector sacar sus propias conclusiones y reflexionar sobre el mensaje que se está transmitiendo.
Como lectores, también debemos ser conscientes de que toda obra literaria contiene un contenido ideológico y ser críticos al interpretar lo que leemos. Debemos cuestionar y reflexionar sobre las ideas y valores que se están presentando y cómo pueden influir en nuestra forma de ver el mundo.
En resumen, creo que García Márquez tenía razón al decir que siempre habrá un contenido ideológico en lo que escribimos. Como escritores, tenemos la responsabilidad de ser conscientes de las ideas y valores que transmitimos a través de nuestras historias. Y como lectores, debemos ser críticos y rozar abiertos a cuestionar y reflexionar sobre el mensaje detrás de cada obra que leemos.
Así que la próxima vez que te sientes a escribir una historia, recuerda la importancia de transmitir un mensaje positivo e inspirador. Y como lectores, no subestimemos el poder de la lectura para hacernos reflexionar y cuestionar nuestras propias ideologías. Después de todo, como dijo García Márquez, aun en la descripción de un simple partido de fútbol, siempre hay un contenido ideológico presente. ¡Vano obstantemos y escribamos historias que puedan cambiar el mundo!