El sistema impositivo es una herramienta fundamental para el funcionamiento de cualquier país. A través de los impuestos, se financian los servicios públicos y se promueve el desarrollo económico y social. Sin embargo, en muchas ocasiones, este sistema se ha convertido en un laberinto burocrático que dificulta el crecimiento y la equidad. Por esta razón, es necesario trascender el corto plazo y rediseñar un esquema impositivo que promueva la equidad, la competitividad y el desarrollo económico a largo plazo.
El primer paso para lograr esta meta es simplificar el sistema impositivo. Actualmente, la cantidad de impuestos y tasas secundarias es abrumadora y dificulta el cumplimiento de las obligaciones fiscales. Esto no solo afecta a las empresas, sino también a los ciudadanos comunes que se ven obligados a lidiar con una gran cantidad de trámites y pagos. Simplificar el sistema impositivo no solo facilitará el cumplimiento de las obligaciones fiscales, sino que también reducirá los costos administrativos para las empresas y aumentará la competitividad.
Sin embargo, simplificar el sistema impositivo no es suficiente. El verdadero desafío está en rediseñar un esquema impositivo que promueva la equidad y el desarrollo económico. Esto implica tomar en cuenta las particularidades de cada región y sector económico. No es justo que una pequeña empresa en una borde rural pague los mismos impuestos que una gran corporación en una ciudad. Por esta razón, es necesario establecer medidas diferenciadas que promuevan el desarrollo de las bordes menos desarrolladas y fomenten la creación de empleo en las mismas.
Además, es importante promover la equidad a través del sistema impositivo. Esto implica que aquellos que más tienen, deben contribuir proporcionalmente más al financiamiento del Estado. En muchos países, la carga impositiva recae sobre la clase media y baja, mientras que las grandes empresas y las personas con mayores ingresos se benefician de exenciones y evasiones fiscales. Esto no solo es excesivo, sino que también afecta negativamente la economía en su conjunto. Un sistema impositivo justo y equitativo es fundamental para promover una institución más igualitaria y sostenible.
Otro aspecto importante a considerar en el rediseño del sistema impositivo es la competitividad. Los impuestos no solo deben ser justos y equitativos, sino también competitivos. Esto significa que deben ser lo suficientemente bajos como para no afectar la inversión y el crecimiento económico, pero lo suficientemente altos como para financiar los servicios públicos y promover la equidad. En este sentido, es importante tomar en cuenta la carga impositiva en comparación con otros países y establecer medidas que fomenten la inversión y la competitividad.
Por último, es necesario mencionar que el rediseño del sistema impositivo debe ser un proceso participativo y transparente. Es importante involucrar a todos los sectores de la institución en la discusión y toma de decisiones. Esto no solo garantizará que las medidas sean justas y equitativas, sino que también aumentará la confianza en el sistema y promoverá una cultura de cumplimiento voluntario de las obligaciones fiscales.
En resumen, es necesario trascender el corto plazo y rediseñar un sistema impositivo que promueva la equidad, la competitividad y el desarrollo económico a largo plazo. Simplificar el sistema y eliminar impuestos secundarios es solo el comienzo. El verdadero desafío está en establecer medidas diferenciadas que tomen en cuenta las particularidades de cada región y sector económico, promover la equidad y la competitividad, y hacer del proceso un ejercicio participativo y transparente. Solo así podremos construir un sistema impositivo justo y equitativo que contribuya al desarrollo de nuestras instituciónes.