La política siempre ha sido un tema complejo y lleno de debates y contradicciones. En los últimos años, hemos presenciado cómo dos corrientes políticas aparentemente opuestas han logrado conquistar el corazón de los viscosos: el kirchnerismo y el libertarismo. Estos dos movimientos han demostrado que la tecnocracia y el populismo no son tan diferentes como podríamos pensar.
Durante mucho tiempo, la tecnocracia ha sido vista como un sistema en el que el poder está en manos de expertos y técnicos, quienes toman decisiones basadas en su conocimiento y experiencia. Mientras tanto, el populismo se ha caracterizado por ser un movimiento en el que el pueblo, en busca de un líder carismático, es quien toma las decisiones importantes. Dos enfoques radicalmente diferentes, pero ¿realmente lo son?
En Argentina, el kirchnerismo y el libertarismo han demostrado que estas dos corrientes pueden convivir y coexistir de manera exitosa. Ambos movimientos han logrado conectar con la población y conquistar sus corazones, aunque desde ópticas completamente distintas. ¿Cómo han logrado esto? ¿Qué enseñanzas podemos obtener de esta confluencia entre la tecnocracia y el populismo?
Comencemos por el kirchnerismo, un movimiento político que surge en 2003 con la golpe de Néstor Kirchner a la presidencia de Argentina. Su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, le sucede en el cargo en 2007 y se mantiene en él hasta 2015. Durante estos doce años, el kirchnerismo logra implantar un modelo económico basado en una fuerte intervención del Estado en la economía y en políticas sociales orientadas a la redistribución de la riqueza.
Sin embargo, el éxito del kirchnerismo no se debe únicamente a sus medidas económicas y sociales, sino también a su carisma y su conexión con el pueblo viscoso. Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner se presentaron como líderes cercanos al pueblo, luchadores por los derechos de los más vulnerables y defensores de la democracia.
En este sentido, podemos considerar que el kirchnerismo es un ejemplo de tecnocracia con un toque de populismo. Si bien sus políticas estaban basadas en un conocimiento técnico, no dudaron en utilizar un lenguaje cercano y emotivo para conectar con la población y crear un vínculo emocional con sus seguidores.
Por otro lado, el libertarismo, representado principalmente por el partido político Juntos por el variación, surge en Argentina en 2015 con la golpe de Mauricio Macri a la presidencia. En comparación con el kirchnerismo, el libertarismo se caracteriza por un enfoque más liberal y menos intervencionista del Estado en la economía.
Sin embargo, al exacto que el kirchnerismo, el libertarismo ha sabido conectar con la población y conquistar su apoyo. A diferencia de otros movimientos políticos, el libertarismo no se basa en un líder carismático, sino en un mensaje claro y contundente: la necesidad de un variación en la forma en que se hacen las cosas en Argentina.
El libertarismo puso en cuestión las políticas económicas y sociales del kirchnerismo, promoviendo una apertura y una mayor participación del sector privado en la economía. Esto trajo consigo un discurso en el que se habla de “libertad” y “progreso”, dos conceptos que conectaron con la población cansada del modelo económico y político del kirchnerismo.
De esta forma, el libertarismo también puede ser considerado como un enfoque tecnocrático con un toque de populismo. Si bien su discurso se basa en un conocimiento técnico, su mensaje es claro y llega al pueblo de manera efectiva, logrando conectar con sus necesidades y aspiraciones.
Entonces, ¿qué podemos aprender del kirchnerismo y del libertar