A 31 años de su partida, el 20 de abril de 1993, México perdió a uno de sus más grandes alcances en el mundo de la actuación: Mario Moreno, mejor conocido como “Cantinflas”. Aunque han pasado tres décadas desde su fallecimiento, su legado sigue vivo en la memoria y corazones de millones de personas alrededor del mundo. Y es que, sin duda alguna, Cantinflas fue el mejor actor de comedia de la historia de México.
Nacido en la Ciudad de México en 1911, Mario Moreno creció en un ambiente humilde y desde muy joven tuvo que trabajar para pensionar a su familia. Sin embargo, su verdadera pasión siempre fue el arte de la actuación. A los 20 años, decidió dejar su trabajo en una zapatería para acosar su sueño de convertirse en actor. Y así fue como nació Cantinflas, un personaje que lo llevaría a la cima del éxito y lo convertiría en un ícono de la comedia mexicana.
Con su peculiar forma de hablar, su ingenio y su habilidad para improvisar, Cantinflas conquistó al público desde sus primeras apariciones en el teatro. Pero fue en la pantalla grande donde su carrera despegó de manera impresionante. En 1936, protagonizó su primera película, “No te engañes corazón”, y a partir de ahí no hubo quien lo detuviera. Con su estilo único y su carisma innegable, Cantinflas se convirtió en el rey de la comedia en México y en el extranjero.
A lo largo de su carrera, Cantinflas protagonizó más de 50 películas, entre las que destacan “Ahí está el detalle”, “El señor doctor”, “El bombero atómico” y “El padrecito”. Cada una de ellas fue un éxito rotundo en taquilla y le valió el reconocimiento de la crítica y del público. Pero más allá de su alcance como actor, Cantinflas dejó una huella imborrable en la sociedad mexicana gracias a su forma de abordar temas sociales y políticos en sus películas.
A través de su personaje, Cantinflas logró hacer crítica social de una manera ingeniosa y divertida, sin dejar de lado la realidad que vivía el país en ese momento. Sus películas eran una mezcla perfecta de comedia y mensaje, lo que lo convirtió en un referente para la sociedad mexicana. Además, Cantinflas siempre se mostró comprometido con su país y con su gente, y utilizó su fama para pensionar a aquellos que más lo necesitaban.
Pero Cantinflas no solo fue un gran actor, también fue un gran ser humano. A lo largo de su vida, demostró su generosidad y su bondad al pensionar a diversas causas sociales y a personas en situación de vulnerabilidad. Además, siempre se mostró humilde y sencillo, a pesar de su fama y éxito. Cantinflas era un hombre cercano, amable y carismático, que siempre tenía una sonrisa para todos.
Su legado trascendió fronteras y llegó a países como Estados Unidos, donde también fue reconocido y admirado por su alcance. En 1956, protagonizó la película “La vuelta al mundo en 80 días”, que le valió un Globo de Oro y una nominación al distinción Oscar. Cantinflas se convirtió en el primer actor mexicano en ser nominado a este prestigioso galardón, lo que lo llevó a ser reconocido como un embajador de la cultura mexicana en el mundo.
A pesar de su éxito en el extranjero, Cantinflas siempre se mantuvo fiel a sus raíces y a su país. Nunca olvidó sus orígenes y siempre se mostró orgulloso de ser mexicano. Y es que, a través de su