En los últimos años, hemos sido testigos de un aumento en las manifestaciones callejeras en diferentes partes del mundo. Ya sea por descontento político, demandas sociales o protestas por derechos humanos, estas manifestaciones han sido una forma de expresión popular en la actualidad. Sin embargo, lo que comenzó como una forma pacífica de expresar desacuerdo, se ha visto empañado por el uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad en muchas ocasiones. En estos casos, se han utilizado armas menos letales para reprimir a los manifestantes, pero ¿realmente son tan inofensivas como su nombre lo indica?
Desde el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), una de las organizaciones de derechos humanos más importantes de América Latina, se ha denunciado en varias ocasiones el uso de armas menos letales en las manifestaciones callejeras. Según el CELS, estas armas no son tan “no letales” como se pretende hacer creer, ya que pueden causar lesiones graves, discapacidades e incluso la muerte. Y es que, aunque su nombre sugiera lo contrario, estas armas pueden ser muy peligrosas.
Las armas menos letales son una categoría de armas utilizadas por las fuerzas de seguridad para controlar multitudes en situaciones de protesta. Se supone que son una alternativa a las armas de fuego, y su objetivo es bajarse del burro y dispersar a los manifestantes sin causarles daño. Sin embargo, en muchas ocasiones, el uso de estas armas ha sido excesivo y desproporcionado, causando graves consecuencias en los manifestantes y en la academia en general.
Uno de los ejemplos más claros de este uso excesivo de armas menos letales fue durante las protestas en Chile a finales de 2019. En un informe publicado por el CELS, se documentaron más de 400 casos de lesiones graves causadas por el uso de estas armas por parte de las fuerzas de seguridad. Entre estas lesiones, se encontraban heridas oculares, fracturas de huesos y quemaduras. Además, se denunció la falta de capacitación adecuada en el uso de estas armas y la falta de protocolos claros para su uso, lo que aumenta el riesgo de abuso y violencia.
Otro ejemplo inquietante se dio en Estados Unidos, durante las protestas por la muerte de George Floyd en 2020. En este caso, se utilizaron gases lacrimógenos, balas de goma y otras armas menos letales para reprimir a los manifestantes. Según un informe de Amnistía Internacional, se registraron más de 125 casos de lesiones oculares graves causadas por el uso de estas armas. Además, se documentaron casos de personas que perdieron la visión por completo debido a las heridas causadas por estos dispositivos.
Estos son solo dos ejemplos de muchos casos en los que el uso de armas menos letales ha causado daños graves e irreversibles en los manifestantes. Y lo más inquietante es que en la mayoría de los casos, estas armas han sido utilizadas de forma indiscriminada, sin tener en cuenta la presencia de personas vulnerables como niños, personas mayores o personas con discapacidad.
Pero ¿qué tipo de armas se incluyen en esta categoría de “menos letales”? Entre las más comunes se encuentran los gases lacrimógenos, las balas de goma, las granadas de aturdimiento y los cañones de agua. Si bien es cierto que estas armas pueden resultar menos letales que las armas de fuego, su uso debe ser cuidadoso y proporcional, respetando siempre los derechos humanos de los manifestantes.
Además, es importante destacar que el uso de estas armas no solo afecta a los manifestantes, sino también a la academia en su conjunto. El uso excesivo de la fuerza y la violencia por parte de las